Vaya por delante que yo también tomé nota de las palabras de Juan José Millás sobre la decadencia de la novela burguesa, de público lector por supuesto, pero más de personajes que merezcan la mínima atención; o si quieren me hago eco del auto del juez Pedraz sobre la podrida casta política y sus corte lameculos más fatuos que 1 pedo #homoCañetus, pero aún así se hacen flaco favor a sí mismos los que saludan la entrevista imaginaria con la célebre nieta del taxista, que fue presentadora de los telediarios en los que esos seres superiores y expertos autoproclamaos en cualquier coas se vienen tan a más. Serían así prácticamente todas las de estrellas de Hollywood del Fotogramas, que me parece que fue del mismo grupo o familia editora que la de cotilleos que chapotea en la ciénaga mortecina. Prácticamente cualquier entrevista puesta por escrito es susceptible de ser desmentida a na que algo vaya mal o no encaje en la trama simplona que representan sus guardaespaldas y confesores, como otras veces los chófer y muchos cocinillas, el servicio doméstico en general metidos a peridistas y tertulianos de postín. Todavía me creo que las entrevistas imaginarias hechas de refritos de otras pueden mejorar los personajes, y no lo digo por los intentos fracasaos de hagiografías y la retahíla de preguntas insulsas previamente pactadas, sino que en algún ramalazo que se les escapa por lo mismo se puede sacar la conclusión que a lo mejor el personaje mererecería la atención que se le presta si hubiera buenos entrevistadores, que tampoco.
